viernes, 22 de febrero de 2008

Autoretrato ¡Ver lo que miramos y no vemos!


No tendrá necesidad de pintar; será suficiente que lo reconozca. Ya que al fin y al cabo: “no se conoce ni las cosas ni las personas, se las reconoce”. No representan más que un signo. Un signo que significa tu, yo o el…

Las fotografías poseen una extraña relación con la realidad, o podemos decir, con la verdad. Una forma interesante de verlas es desde la consciencia de que existen tanta verdad en lo que muestran como lo que ocultan. Creemos en nuestro derecho a ver, a captar con nuestras maquinas el mundo sintiendo que lo comprendemos y lo dominamos, que lo absorbemos como si fuese un botín. Llegamos a creer en nuestras propias imágenes olvidando su carácter selectivo y construido. Unas imágenes influenciadas por el empeño en analizar la anatomía, las ropas, los adornos…, aquello que las fotografías presentan con gran nitidez y precisión: la superficie.

Ante mi fotografía puedo pensar, “así soy yo, así me ven los otros, así son los míos…así seré”. También puedo comprender que el acto de re-tratarme tiene un fuerte componente de re-presentación, de deseo de ser. Ante la cámara soy. Los científicos sociales nos dicen que casi todo lo que vemos esta filtrado por algún tipo de proyección personal, y por tanto cultural.

¿Queda algún lugar para la mirada inocente?

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